NEHEMÍAS: CON PALA Y ESPADA
- Por Jiump Comunicaciones "Cimientos"
- 24 jun 2024
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 1 jul 2024
Grande es Dios, que no ha permitido en el artículo anterior, entender la importancia de reconstruir y lo relevante que es mantener en nuestras vidas una visión de ciudad, por sobre la individualidad, y en este artículo quisiéramos considerar otro aspecto de la reconstrucción y este tiene que ver con la actitud.
Una cosa es saber qué hacer y otra igualmente importante es saber cómo hacerlo.
La reconstrucción no supone días de fiesta y aunque hay al principio una profunda motivación para comenzar la obra y no dejarla hasta terminar, es necesario saber que hay factores que pelearán contra nuestro ánimo.
Consideremos los siguientes factores en la historia de la reconstrucción de las murallas de la ciudad de Jerusalén:
Los que participaron en la reconstrucción no eran maestros de oficio, al menos no todos. En su mayoría eran levitas, sacerdotes, políticos, artesanos y artistas.
Espero que todos hayamos participado en alguna ocasión en la limpieza de nuestras iglesias, o labores similares, y muchas veces las ampollas que aparecen producto de un esfuerzo, nos acompañan varios días; de igual forma, debemos suponer que en el ejercicio del trabajo que comenzaremos habrá cansancio, agotamiento, algo de fatiga y hasta un poco de dolor.
Según lo anterior, la destreza en el trabajo tampoco era garantizada. No solo había que reconstruir, sino que también, había que limpiar y sacar escombros. Estar todo el día y por varios meses sacando escombro, no debe haber sido una tarea que aportará a la motivación.
De modo que debemos considerar que, en nuestras labores, no siempre habrá novedades en nuestra misión, si no que, posiblemente haya rutina y debemos comprender que también es parte de la gran obra.
El sol. Fue un enemigo constante y silencioso.
Los enemigos y sus constantes amenazas y burlas. Es muy difícil trabajar cuando hay gente que constantemente molesta, amenaza y pone presión a nuestra labor.
Mezclamos todos estos elementos en una juguera y obtendrá un jugo de presión y cansancio que debe ser abordado con sabiduría.
De las burlas a las amenazas de violencia
Parece que el número de los enemigos del pueblo de Israel y Nehemías iba en aumento; otros más se unieron a ellos cuando observaron que el proyecto de la reconstrucción de las murallas continuaba en dirección ascendente. Se sumaron los de Samaria en el norte, los del pueblo de Amón en el este, los árabes en el sur, y Asdod (Filistea) al occidente, de tal modo que las rodeaban por doquier.
Luego vemos que cuando la oración de Nehemías fue contestada y los opositores vieron que el desprecio no había servido para parar la reconstrucción de los muros, se asociaron para atacar la ciudad y destruirla (4:7-8). Querían eliminar a los trabajadores. La amenaza llegó en mala hora. Los israelitas estaban cansados y decaídos (4:10) y en lugar de concentrarse en lo que Dios ya había hecho, solo les preocupaba el escombro.
Todos corremos el peligro de fijarnos en la basura, en lo mucho que nos queda por hacer y olvidar la visión de lo que el Señor desea. Por supuesto que esta actitud nos desalienta.
La perspectiva del vaso medio vacío.
Esto los llevó a considerar la imposibilidad de la tarea que tenían por delante; sabían que era más grande que sus fuerzas. Porque olvidaban que muchas veces Dios nos da encargos difíciles para que reconozcamos que nada podemos hacer sin él, solo así aprendemos a confiar plenamente en su poder. Si pudiéramos realizar la obra por nuestra cuenta, no tendríamos que depender del Señor. Esto nos enseña que Él puede utilizarnos para realizar sus metas sobrenaturales. De esta manera, Él es quien recibe toda la gloria.
En la historia que se relata en Nehemías, diez veces les advirtieron que el enemigo vendría para atacarlos. Les dieron a entender que cuando menos lo esperaran, iban a caer sobre ellos por todos lados. Esta amenaza les dio miedo, aunque sabían que Dios los había regresado a su tierra, que había prometido restaurarlos, y que habían visto su mano providente durante la preparación de los planes para la reconstrucción, tenían temor.
El Señor puede utilizar estos momentos de miedo y desánimo para prepararnos a realizar una obra que lo honre.
El gran predicador inglés Carlos Spurgeon lo describió así:
"Antes de conseguir algo grande, frecuentemente nos asalta algo de depresión ... Tal fue mi experiencia al llegar a ser pastor de la iglesia en Londres ... Fue precisamente en aquellos días que Dios levantaba el telón para revelarme el que sería el ministerio principal de mi vida ... Parece que este tipo de depresión llega a molestarme siempre que él prepara una mayor bendición para mi ministerio".
Con pala y espada
En lugar de permitir que esta amenaza les hiciera parar la obra para contraatacar al enemigo, diseñaron un plan que les permitió seguir edificando el muro mientras vigilaban y protegían a los obreros y el proyecto. Esta solución creó desconcierto en sus atacantes y no les hicieron nada. Fue así como pudieron seguir adelante a pesar del miedo.
El plan que Nehemías utilizó para vencer a sus enemigos nos puede enseñar a enfrentar a quienes nos agreden. Cuando los enemigos nos amenazan, ¿cómo seguir hasta cumplir con la encomienda que Dios nos ha dado?
Este ejemplo bíblico nos muestra cuatro pasos:
Presente el problema a Dios y deje que Él se encargue del asunto (4:9). Aun antes de conocer todo lo que el enemigo tenía en mente, sin saber la severidad de su amenaza, Nehemías enseñó a sus seguidores a que se unieran a él en oración. Observe que el pasaje dice "nosotros oramos". Es evidente que motivó al pueblo a involucrarse juntamente con él en la súplica.
Recuerde quién es el que está con usted (4:14; Romanos 8:31). Nehemías hizo frente a las circunstancias recordando al pueblo que, Jehová el grande y Todopoderoso estaba a su lado. Él era quien había hecho el pacto de ser su Dios, protegerlos y proveer todo lo que necesitaran. Por lo tanto, también les daría el poder para vender a cualquier enemigo.
Prepare un plan de defensa. Decidieron poner guardias de día y de noche (4:9) para no quedar a merced de sus adversarios ni un solo instante del día; en los lugares menos protegidos pusieron gente armada (4:13). La mitad del pueblo se asignó a la defensa y el resto a la reconstrucción del muro (4:16). Además, todos trabajaban con una mano y sostenían sus armas en la otra; de esta manera siempre estaban listos para contraatacar (4:17).
Debemos notar que la defensa se basó en la participación de toda la comunidad. Tenían que unirse para pelear contra el enemigo. Se les dijo que una trompeta les avisaría para que todos acudieron al lugar que recibiera un ataque (4:19-20). Nadie debía pelear a solas con el enemigo porque sería imposible vencerlo; más bien tenían que ayudarse unos a otros.
Aun con todos estos preparativos, sabían que era Dios quien ganaría la pelea.
No obstante, ellos tenían que hacer su porte. Debían estar siempre listos (4:23).
Organícese para continuar la tarea que Dios le ha dado aun cuando esté bajo amenaza.
Mientras la mitad de la gente trabajaba con sus armas en una mano, la otra las defendía (4:16-17). Nehemías no permitió que la necesidad de protección se interpusiera en la obra que tenía entre manos.
Tampoco se dio por vencido porque sabía que el Señor lo había enviado a edificar la ciudad de nuevo. Se lo había probado cuando se enfrentó a Artajerjes, el enemigo más fuerte que podría oponerse a su plan. Al ver la determinación del siervo de Dios y del pueblo en general, los contrincantes se dieron cuenta de que esta estrategia había arruinado sus planes malvados; el Altísimo las había desbaratado. Habían contado con tener la ventaja al atacarlos por sorpresa, pero debido al informe anterior y la preparación de Israel, ahora tendrían que enfrentarlos en una batalla total para la que no estaban preparados.
Fue así como el Señor dio a su pueblo la capacidad de dominar a sus enemigos y seguir cumpliendo su tarea.
Palabras finales
Dejar de construir no era opción. Parar la obra sería una derrota, Nehemías lo sabía y Cristo el Señor nos lo recuerda cuando nos dice:
"Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar". Lucas 14:28-30
Otro factor, era la necesidad de defensa, ya que los enemigos los asediaban, debían tener con qué pelear.
Para Nehemías eran espadas, para nosotros también. Hay que estar preparados para trabajar y para pelear.
Efesios 6:17 nos enseña cual es la espada con la que debemos defendernos:
"Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios".
Hebreos 4:12 dice como es esta espada:
"Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón".
Desde aquí se desprende otro pensamiento al que debemos atender; la espada es un arma y debe saber usarse correctamente, porque es cortante "más que toda espada de dos filos".
Otro tema que debemos destacar, concerniente a la determinación de trabajar y estar dispuestos a dar la pelea, es que nunca fue necesario pelear.
Los enemigos de la reconstrucción al ver la determinación y al ver que estaban resueltos a defenderse de ser necesario con sus espadas, no se acercaron, solo miraron a distancia.
Dios les dio victoria simplemente con el hecho de portar la espada.
¡Trabaja y Pelea! Este es el desafío, esta es la visión, este es el llamado.
Viva una vida que glorifique a Dios, construyendo muros que protejan a sus hermanos y puertas que resguarden su integridad ante Dios, asumiendo un llamado protagónico, dejando la pasividad y sosteniendo las armas y la autoridad que Dios nos da en lo más alto, de manera que nadie se atreva a desafiar con atacar nuestra ciudad y nuestros fundamentos.
Involucra tu vida al servicio y al llamado del Rey de reyes.
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