La Preparación Íntima
- Por Jiump Comunicaciones "Cimientos"
- 14 oct 2024
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 17 oct 2024
El profeta Elías es el más eminente ejemplo y fundamento de lo que hemos establecido anteriormente, Dios preparó y se reservó al instrumento más eminente para el tiempo de más corrupción en medio de su pueblo, pero no lo instruyó en medio del sistema social vigente, si no que lo preparó en intimidad, lejos del bullicio y de las luces.
Durante cincuenta y ocho años, después de la muerte de Salomón y desde que el Reino fue partido en dos, pasaron 7 reyes que tuvieron una cosa en común, apartaron a Jehová de sus reinados y de su pueblo. Veamos un resumen del contexto sombrío del pueblo de Israel para comenzar comprender por qué Dios decide llamar a un desconocido hombre para ser la voz del Dios vivo:
El primero de esos siete reyes era Jeroboam. Acerca de él leemos que hizo, dos becerros de oro, y dijo al pueblo: "Harto habéis subido a Jerusalén; he aquí tus dioses, oh Israel, que te hicieron subir de la tierra de Egipto. Y puso uno en Betel, y el otro puso en Dan. Y esto fue ocasión de pecado; porque el pueblo iba a adorar delante de ellos. Hizo también casa de altos, e hizo sacerdotes de la clase del pueblo, que no eran de los hijos de Leví. Entonces instituyó Jeroboam solemnidad en el mes octavo, a los quince del mes, conforme a la solemnidad que se celebraba en Judá; y sacrificó sobre el altar. Así hizo en Betel, sacrificando a los becerros que había hecho. Ordenó también en Betel sacerdotes de los altos que él había fabricado» (I Reyes 12:28-32). Quede debidamente claro que la apostasía comenzó con la corrupción del sacerdocio, ¡al instalar en el servicio divino hombres que nunca habían sido llamados por el Señor!
Del siguiente rey, Nadab, se dice que "hizo lo malo ante los ojos de Jehová, andando en el camino de su padre, y en sus pecados con que hizo pecar a Israel» (I Reyes 15:26). Le sucedió en el trono el mismo hombre que le había asesinado, Baasa (I Reyes 15:27). Siguió después Ela, un borracho, quien a su vez fue asesinado (I Reyes 16:8-10). Su sucesor, Zimri, fue culpable de “traición" (I Reyes 16:20). Le sucedió un aventurero militar llamado Omri, del cual se nos dice que "hizo lo malo a los ojos de Jehová, e hizo peor que todos los que habían sido antes de él, pues anduvo en todos los caminos de Jeroboam hijo de Nabat, y en su pecado con que hizo pecar a Israel, provocando a ira a Jehová Dios de Israel con sus ídolo? (I Reyes 16:25,26). El ciclo maligno fue completado con el hijo de Omri, ya que era aun más vil que todos los que le habían precedido.
"Y Acab hijo de Omri hizo lo malo a los ojos de Jehová sobre todos los que fueron antes de él; porque le fue ligera cosa andar en los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, y tomó por mujer a Jezabel hija de Etbaal rey de los sidonios, y fue y sirvió a Baal, y lo adoró» (I Reyes 16:30,31). Esta unión de Acab con una princesa pagana trajo consigo, como bien podía esperarse (pues no podemos pisotear la ley de Dios impunemente), las más terribles consecuencias. Toda traza de adoración pura a Jehová desapareció en breve espacio de tiempo y, en su lugar, la más grosera idolatría apareció en forma desenfrenada. Se adoraban los becerros de oro en Dan y en Betel, se edificó un templo a Baal en Samaria, los “bosques” de Baal se multiplicaron, y sus sacerdotes se hicieron cargo por completo de la vida religiosa de Israel.
Se declaraba llanamente que Baal vivía y que Jehová había cesado de existir. Cuán vergonzoso era el estado de cosas se ve claramente en las palabras que siguen: “Hizo también Acab un bosque; y añadió Acab haciendo provocar a ira a Jehová Dios de Israel, más que todos los reyes de Israel que antes de él habían sido» (I Reyes 16:33). El desprecio a Jehová Dios, y la impiedad más descarada habían alcanzado su punto culminante. Esto se hace más evidente aun en el v. 34. "En su tiempo Hiel de Betel reedificó a Jericó». Ello era una afrenta tremenda, pues estaba escrito que «Josué les juramentó diciendo: Maldito delante de Jehová el hombre que se levantare y reedificare esta ciudad de Jericó. En su primogénito eche sus cimientos, y en su menor asiente sus puertas" (Josué 6:26). La reedificación de la maldita Jericó era un desafío abierto a Dios
En medio de este desastre moral y espiritual aparece Elías. La biblia pareciera enfatizar la necesidad y premura que Dios le había dado a la situación no perdiendo tiempo en preámbulos:
«Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, delante del cual estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra» (I Reyes 17:1).
No hay explicaciones, no se conocen más detalles, ni su edad, pero podemos estar seguros de que no eran necesarios, también podemos confiar en que Jehová no le encarga su palabra a hombres desalineados de su corazón, pues, así como David aparece de la majada, Elías aparece desde tierras lejanas y con un mensaje claro directo. Esto no nos puede enseñar otra cosa si no que había sido preparado para esta misión.
Para llegar ante un rey, sin invitación y con esta clase de juicio hay que estar loco (porque solo el hecho de presentarse sin invitación le podía costar la vida) o tener certeza del llamado y tomarse las cosas de Dios muy en serio.
Esta es la primera lección que obtenemos de la aparición del profeta Elías. Todos los que buscan el rostro de Dios y que mantienen una comunión estrecha con su palabra tienen dos cualidades; conocen su carácter y no titubean por las circunstancias.
Si alguno de nosotros se ha preguntado alguna vez ¿por qué yo Señor, si no era el más conocido? O ¿cómo llegué a este lugar, si no tengo un nombre ni busque este puesto?. Espero que el texto llene de luz y fortaleza tu vida, pues habrá oportunidades en que Dios llamará a un niño, a un desconocido, a un pastor de ovejas o a un necio para hacer su voluntad, para levantar su voz y reivindicar su nombre con la arenga “Vive Jehová Dios de Israel, delante del cual estoy”.
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