La santidad en el hombre
- Por Jiump Comunicaciones "Cimientos"
- 4 nov 2024
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Actualizado: 6 nov 2024
Las escrituras nos enseñan que Dios, nuestro Padre, es Santo y ha entregado a los hombres su palabra, sus mandamientos, consejos, sus dichos, para que poniéndolos por obra se alcance santidad. Porque ¿qué es la santidad en el hombre? sino el fruto de creer en el Todopoderoso y hacer como El manda. Dios conoce como los hombres se dejan llevar por los sentimientos del corazón tomando caminos que lo apartan de la comunión con el Creador, así también nuestros ojos nos engañan y ven caminos hermosos pero su final es de muerte, es justamente por eso que manda Jehová a Moisés que instruya a los hijos de Israel para que pongan señal en sus ropas y se recuerden de sus mandamientos y los practiquen ya que de esta forma serán santos ante su presencia.
A través de las escrituras encontramos muchos hombres que vivieron en santidad ante nuestro Dios:
Por ejemplo a Enoc, un varón del cuál no conocemos detalles de su vida, pero las escrituras nos cuentan que vivió 365 años, que caminó con Dios y no conoció muerte, porque Dios se lo llevó. En el libro del Profeta Amós 3:3 dice: “¿Andarán dos juntos, sino estuvieren de acuerdo?. Luego podemos concluir que su caminar en esta vida fue según la divina voluntad del Creador. Enoc un santo de Dios.
De igual forma recordemos a Noé, que viviendo en medio de una civilización contraria a Dios, fue pregonero de justicia, ¿Quién otro que un santo de Dios podía escuchar al Creador y construir un enorme barco en espera de una lluvia que no se conocía? “Hazte un arca de madera de gofer; harás aposentos en el arca, y la calafatearas con brea por dentro y por fuera” Génesis 6:14. Para los hombres; uno que había perdido la razón, un loco, digno de toda burla. Sin embargo para Dios un varón justo, perfecto en sus generaciones, que caminó con Dios. Un santo.
No podemos dejar pasar en nuestro mirar, a los patriarcas del pueblo de Israel, primero Abraham con quien Dios hizo pacto y en él serían benditas todas las naciones de la tierra, a quien Dios le dijo “no temas Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande”.
Luego, recordemos a Isaac el primer circuncidado según el pacto de Dios con su pueblo. Desde niño se sometió a la voluntad de su padre y del Dios Todopoderoso.
Debemos mencionar también a Jacob padre del pueblo Hebreo quien se aferró al ángel de Dios hasta alcanzar la bendición del Altísimo, recibiendo el nombre de Israel.
Estos patriarcas del pueblo de Israel fueron, sin duda, hombres guiados por Dios y ellos practicaron la obediencia y sumisión a la voluntad del Creador.
Es notable en las escrituras el relato sobre un joven llamado José de quien el mismo faraón dio testimonio acerca de su integridad y fe en nuestro Dios, diciendo: Ge 41:38,39 “y dijo Faraón a sus siervos: ¿acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quién esté el Espíritu de Dios?. Y dijo faraón a José: pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú.”.
José fue un joven de hermoso semblante y bella presencia que despertando deseos carnales y siendo acosado día a día por la esposa de su amo Potifar, se guardó en limpieza ante Dios y contestó a la mujer diciendo: Ge 39:9 “no hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tu eres su mujer:¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?. Este rechazo al pecado lo llevó a la cárcel injustamente pero de allí lo honró nuestro Dios, poniéndolo al frente del gobierno de Egipto.
Moisés, de quien las escrituras nos dice: Núm. 12:3 “y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra”, y a quién Dios preparó durante cuarenta años como pastor de ovejas, para que fuese el libertador de la esclavitud del pueblo de Israel; misión que fue cumplida con grandes prodigios y milagros de parte del Altísimo que confirmaba constantemente la tarea de su siervo. A éste le entregó los mandamientos y leyes que el pueblo tendría que cumplir para habitar como sus hijos en la tierra, como santos. Lv 20:26 “Habéis, pues, de serme santos, porque yo Jehová soy santo, y os he apartado de los pueblos para que seáis míos.”
No podemos dejar de mencionar a Job, de quien Dios mismo da testimonio diciendo: Job 1:8 “Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?. Este fue probado como ningún hombre lo ha sido, pero hasta el final de la prueba guardó su integridad y no pecó.
Por otro lado, las escrituras nos relatan el testimonio de los profetas que llevaron el mensaje y la palabra de Dios para el pueblo escogido. No fue fácil, muchos de ellos tuvieron que sufrir persecuciones y maltratos por causa de la misión encomendada. Todos ellos fueron santos, respaldados por Dios con grandes prodigios y hechos portentosos. Ante la adversidad se guardaron para El.
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